lunes, 20 de octubre de 2008

Camino y Alexia

He ido a ver la película de Javier Fesser “Camino” picada por la curiosidad de la polémica que ha suscitado dicho film.
Está basada en la vida de la niña Alexia González Barros, desde que se le diagnostica una grave enfermedad hasta su muerte.
Los motivos de la polémica empiezan porque la niña pertenece a una familia del Opus Dei y la manera de tratar la historia ha indignado a la familia de Alexia, que ha escrito varias cartas abiertas al director y que se pueden encontrar fácilmente en Internet. Así como la respuesta del director diciendo, entre otras cosas, que la película no es ni pretende ser Alexia y que es pura ficción.
Tengo que decir que antes de escribir este post, he visitado la página Web que la familia tiene sobre Alexia, pendiente de canonización y también que conozco un poco la Obra, lo que no me convierte ni en entendida, ni en simpatizante.
En esta película hay cosas que me creo, cosas que no me creo y cosas que me gustaría decir al director:
Las cosas que me creo son:
Que perteneciendo a una familia del Opus, y mas de las fechas que estamos hablando, en la casa de la niña primara la austeridad, los rezos puntuales y las actividades cristianas por encima de otras que alomejor pudieran apetecer más a una niña.
Que existen retiros espirituales para padres para ayudar a la educación religiosa de sus hijos, actividades lúdicas para los hijos mas destinadas a hablar de Cristo, La Virgen y demás elenco divino que a entretener o aprender.
Que en los momentos en los que se sabe que la niña va a morir, toda la familia ofreciera el dolor de la noticia, el suyo y el de la niña mismo a Dios.
Que rezaran a monseñor Escrivá de Balaguer, a la sazón fundador de la obra para quien no lo sepa, a pesar de no estar canonizado y que la Iglesia no se pronunciara claramente a las actividades de la Obra.
También puedo creer que con catorce años ofrecer el dolor y aceptar la muerte como voluntad de Dios puede corresponder más al miedo que a la Fé.



No me creo:
Que la niña después de cuatro dolorosas operaciones y un calvario en las rehabilitaciones estuviera como para pensar en novios, bailes ni teatros.
Que el padre fuera un pelele manejable sin voluntad cuya opinión quedara en segundo término (conoce usted a muy pocos padres de la Obra, Sr. Fesser) y dudo mucho que sabiendo que su hija tiene una enfermedad mortal haga asquitos a que le atiendan en la clínica Universitaria.
Que la madre se regodeara en la enfermedad y dolor de su hija agradeciendo a Dios , palabras textuales, “la bendición” que han recibido. Y claro, cómo por si acaso Dios no considerara que lo que está padeciendo su hija, es suficiente motivo de santidad, ahí esta ella, impidiendo que le lleguen muestras de cariño de sus amigos, quitándole las flores que le regalan, alejándola del padre, etc.
Tampoco creo que la madre llevara un kit de agua bendita para rociar a la niña cuando deliraba pensando que estaba poseída.
Mis felicitaciones a la actriz que la interpreta, no me había dado tanto repelús una madre desde que vi Psicosis.
Lo que tampoco es creible que el personal completo, médicos, enfermeras y sacerdotes de la clínica Universitaria aplaudieran cuando muere la niña, ni cuando les pagaran la factura, ni en un tablao flamenco.
Y para terminar me gustaría decirle al director:
Cuando alguien hace una película sobre temas religiosos o políticos es inevitable una cierta parcialidad, pero la justa para que resulte creible.
Que si realmente la película es pura ficción el “basado en hechos reales” del principio y el “basado en la historia real de Alexia González Barros” del final, está de más.
Pero la elección del tema, la forma de enfocarlo y esas alusiones a hechos reales no buscan contar una historia, ni objetividad. Se busca que el film no deje indiferente a nadie, el que lo vea estará a favor o en contra. Con lo que todo el mundo opinará, escribirá post, críticas que se contestarán. Ya sabía él que con todo esto iba a conseguir publicidad gratuita y eso no tiene precio ¿Verdad?

Foto que encabeza este Post es la cartelera de Camino, de Javier Fesser.
La otra foto pertenece a Alexia González Barros