Eso se debe a que el adulto ha recreado en su mente situaciones amorosas muchas veces.
Un niño sencillamente vería seis delfines, ¿Acaso se ve otra cosa?
La botella con tapon de corcho y etiqueta lo vi a la primera.
A veces me siento frente a la ventana cuando estoy cansada. Miro un punto fijo e imagino la sensación de la brisa en mi cara hasta que tengo la necesidad de que esa brisa se transforme en viento. Viento que mueva, desordene,alborote todo y a pesar de ese caos quede la sensación que mi vida es una habitación aireada....en quechua ese viento, ese remolino que tanto necesito se llama wayramuyu
Desde Reino Unido llega la polémica que ha creado la pagina web “Miss Bimbo”. Esta página destinada a niñas de 9 a 15 años permite registrarse y crear un personaje gratuitamente.
El objetivo es que esta muñeca virtual se convierta en alguien perfecto, físicamente hablando, mediante dietas estrictas, pastillas, operaciones de cirugía estética, compra de lencería, etc.
Las niñas deben enviar un sms que cajearan por bimbo-dólares y les permitirá acceder a todo eso encargándose de la alimentación, compra de productos de belleza y demás. Si consiguen mantenerse en un peso perfecto, siliconarse los labios y los pechos, además de vestirse como una Spice girl en su noche de bodas, pueden pasar a objetivos mas difíciles, como conseguir una mascota y/o un novio. Éste seguramente vendrá ya perfecto de serie.
Como es lógico asociaciones de padres y médicos que luchan contra los desordenes alimenticios han puesto el grito en el cielo.
Que despacito avanzamos, parece increíble. Educamos ya desde y para la igualdad pero todavía no conseguimos crecer por dentro. Buscamos una equivocada perfección que no conduce a ninguna parte, mucho menos a la felicidad.
En todos los aspectos de la vida es bueno no conformarse y ambicionar algo mejor pero dentro de un orden. Cambiar lo que no nos gusta no es malo siempre y cuando corresponda a nuestros deseos y no a exigencias de mercado. Saber crecer, envejecer y enriquecernos con la vida pasa por aceptarnos como lo que somos, únicos. Si no, corremos el riesgo de llegar a ser una parodia de nosotros mismos. Al hilo de esto y como ejemplo gráfico iba a colocar una foto que finalmente he decidido no poner a petición de la asociación de biólogos españoles.
En Semana Santa, como en el resto de puentes nacionales, existen dos opciones principales:
Los mas afortunados se van de viaje, son días suficientes para una escapadita en condiciones. El resto se queda en casa y aprovechará para pintar las paredes, hacer limpieza general, alicatar los baños, ordenar el trastero (leyenda urbana absurda donde las haya, todos sabemos que la palabra trastero y orden son totalmente incompatibles) y un sin fin de cosas más que hace que deseemos que terminen estas fiestas para empezar a descansar. También hay quienes viven estas fechas con un sentido religioso. Pero son los menos, al menos en el norte. Si eres de los que va viajar recuerda los consejos de siempre cuando estés al volante:
Creo recordar que alguna vez en mi vida fui romántica, pero hace tanto tiempo que no estoy ni segura.
El sábado fui al cine a ver una película en la cual, el protagonista lucha contra sus miedos, los elementos, enemigos, supersticiones, etc., para salvar a su pueblo y recuperar a su amada. Cuando está a punto de conseguirlo, la matan. Pero es el cine, así que, con música y una voz en off contando como se obra el milagro, la virginal doncella resucita en los brazos de su macizo enamorado.
Pues bien, tras echar un vistazo general me encuentro con medio cine a lagrima viva (el otro medio son hombres, que solo lloran en el cine cuando cruzan las piernas demasiado rápido) y es cuando me doy cuenta que no queda en mí ni un ápice de romanticismo.
No creo que sea dureza, ni falta de sensibilidad, más bien pienso que la etapa de la vida en la que se ve el amor como una ensoñación maravillosa pasó y ahora percibo las cosas de una manera mas realista.
Creo que el romanticismo es como la decoración de un árbol navideño. Cuando vas poniendo una bola o dos queda bien, gusta. Pero a medida que va aumentando mas y mas la cosa, se va recargando hasta quedar en una completa horterada.
Quien tiene un árbol de calidad no necesita mucho para que luzca. Pero cuando único que vemos es un tropel de adornos, lo mas seguro es que debajo haya un alambre con dos pelillos verdes.
Además, cuando pasa Navidad, si has puesto pocos floripondios te cuesta menos quitar el puñetero árbol. Así que ser romántico no es ni siquiera práctico.